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Más del 90% de la población mundial respira aire de baja calidad, es lo que indica los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la calidad del aire en el ambiente. No son buenas noticias, por obvias razones, ya que nuestra salud y la salud pública son las afectadas.
El gran problema está en que estas partículas contaminantes perjudican nuestra salud silenciosamente. Un ser humano respira unas 23 mil veces por día, imaginen esto por 365 días, o por 10 años, si cada vez tenemos un peor aire, nuestros problemas de salud crecerán y con ello también nos trastocará algo que nos duele mucho, el bolsillo. Y no solo eso sino también el bolsillo del Estado. Solo en Europa se ha calculado que la contaminación atmosférica costó a los europeos más de 100 000 millones de euros en 2009.
Como nos cantaba Mecano el aire que respiramos está compuesto un 78% por nitrógeno (N), un 28% por oxígeno (O2) y un 1% por argón. También contiene vapor de agua y pequeñas cantidades de otros gases, como el dióxido de carbono (CO2) y metano. Entonces, cuando inhalamos, a nuestros pulmones no ingresa solamente O2, sino también otros gases y además lo que conocemos como contaminantes atmosféricos.
La falta de ventilación y la contaminación derivada de la actividad humana supone más de la mitad de la contaminación en un mismo espacio. Si abres las ventanas para ventilar, estás haciendo que solo durante la apertura se renueve el aire, pero eso no garantiza una calidad óptima. Además de que solo se ventila en el momento de apertura y en las estancias abiertas, se pierde frío o calor (según el momento del año) repercutiendo en la factura de luz o gas.
Y es que básicamente la importancia del aire que respiramos en espacios cerrados forma parte de nuestra salud. Si se puede controlar la carga de CO2 en el ambiente, la incidencia de polen, de humedad u otros contaminantes ambientales, estaremos frenando la incidencia o la gravedad de muchas enfermedades frecuentes en nuestra población, especialmente respiratorias.
“Respirar aire puro” no debe ser solo algo que puedas hacer cuando estés en la montaña, es una prioridad para nuestra calidad de vida y debe instaurarse en los edificios. Para las empresas también es una garantía de que sus empleados, además de estar más sanos, van a poder ser mucho más productivos y en las nuevas oficinas de INGECON damos buena cuenta de ello.
La mejor opción para mejorar la calidad del aire en los edificios donde vivimos y trabajamos es la ventilación mecánica de doble flujo.
Esta instalación mantiene una calidad del aire interior óptima con los siguientes beneficios:
Además, gracias al recuperador de calor podemos llegar a recuperar hasta el 95% de la energía, con el ahorro energético que eso conlleva.
Esto lo saben bien los propietarios de viviendas Passivhaus, pues no tienen la necesidad de abrir ventanas porque el sistema de ventilación mecánica con recuperación de calor les proporciona aire renovado las 24h, sin malos olores, evitando la aparición de moho y condensación. La temperatura es agradable todo el año, sin cambios térmicos dentro de la casa.
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